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sábado, 7 de mayo de 2016


La explotación silenciosa de la mujer artesana wayuu

Las mochilas wayuu son muy procuradas en Europa y Estados Unidos, alcanzando un valor hasta 300 y 600 $. No obstante, es un tema inquietante que sus propias artífices sólo perciben ganancias irrisorias a través de la venta de sus creaciones.

Leonel López / Colombia

En la obra “La leyenda de Waleker”, magistralmente recopilada y con exquisita narrativa plasmada por el maestro Ramón Paz Ipuana, se cuenta el mito de una niña huérfana llamada “Wokoloonat” que fue encontrada en un bosque por un cazador llamado Irunnu, quien decidió adoptarla como hija y llevarla a su rancho. Por las noches Wokoloonat se transformaba en una hermosa doncella y mientras todos dormían, ella de su boca extraía un hilo fino y luminoso de vistosos colores con el cual empezaba a enhebrar tejidos policromáticos toda la noche y hasta despertar el alba. Su nombre real era Waleker, que en idioma Wayuunaiki significa “araña”, y según cuentan los ancianos, fue quien enseñó a los wayuu el arte del tejido.
Podría decirse que la manifestación cultural por excelencia más emblemática del pueblo wayuu es su artesanía. Sus tejidos son mundialmente conocidos, constituyéndose en un negocio atractivo y lucrativo en Estados Unidos, países de Europa y del continente asiático como Corea del Sur, cientos de páginas web inundan la internet con estantes ofreciendo las “wayuu bags”, pronunciación en inglés de las mochilas wayuu; en reconocidas tiendas virtuales como ebay.com y amazon.com se pueden apreciar los susús en venta, cuyos precios oscilan en ese mercado de la red entre 100 y hasta 600 dólares.
Es tal el impacto causado por el bolso tradicional wayuu en el mundo de la moda que el periódico The New York Time dedicó un artículo a este tema y en donde lo define como “un elemento de culto”. “Parece que es la bolsa tribal icónica, la mezcla perfecta de lo exótico y lo elegante”, dijo en esa publicación Anne Slowey, un crítico de la moda.
Considerando el estatus alcanzado por las llamadas “wayuu bags” en el exterior, no se explica entonces que siendo la artesanía wayuu un producto con sello de exportación, ansiado y costoso  en el extranjero, sus artífices, las mujeres wayuu, quienes día a día dedican buena parte de su tiempo a elaborar meticulosamente cada bolsa, muchas de ellas y sus familias viven en condiciones de pobreza extrema y miles de niños sufren los embates de la desnutrición, cuando detrás de sus creaciones se mueve una gigantesca red de especulación que mueve miles y miles dólares.

Un arte no valorado
La artesana y vendedora de mochilas, Gloria Flores Uraliyuu, sostiene que es poco lo que se gana en cada venta de sus productos, el margen de ganancia se ubica entre 3 mil y 5 mil pesos por cada creación. “Las mochilas multicolor se venden en 55 mil pesos aquí en la “Primera” (Riohacha), y las unicolor en 45 mil pesos cada una”, apunta.
“Por ejemplo, en una mochila de un solo color se invierte hasta 3 días, dedicando tiempo completo, mientras que en una multicolor se lleva entre 4 y 5 días tejerla. En las mochilas de un solo color se invierte medio kilogramo de hilo que nos cuesta 11 mil pesos, en tanto que en la elaboración de un bolso multicolor se invierte 12 unidades o “peloticas” de hilo, que tienen un costo aproximado de 1300 pesos cada una”, dice.
Esta joven artesana considera que el trabajo de las tejedoras generalmente no es valorado, vienen compradores llamados también intermediarios de otras regiones del país o del exterior buscando adquirir sus tejidos a un costo sumamente bajo. “Hace poco vi a una señora que bajó de una ranchería y un señor empezó a regatear sus mochilas multicolor y se las compró a 20 mil pesos cada una, a veces hasta le meten billetes falsos. También hay alijunas que si consideran nuestra labor como el caso de un señor del extranjero que le compró a mi mamá sus mochilas a un precio justo, pagó 100 mil pesos por cada mochila”.
Rafael Uraliyuu, de la comunidad de Kabras, lleva ocho años la elaboración y venta de mochilas, y quien solo manifiesta pérdidas en el negocio. “Practicmante vendemos mochilas por vender, porque no se le gana mucho, máximo son 5 mil pesos de ganancia por la venta de cada una, hay muchas personas que vienen a comprarlas muy baratas, pagan cuando mucho 40 mil pesos y luego la revenden hasta en 100 o 200 mil pesos”, afirma.
“Con una ganancia de 3 mil pesos no se puede vivir, en mi familia todos nos dedicamos a este oficio y somos más de 40 personas, la gente no valora nuestro esfuerzo y nuestro trabajo es malpagado”, denuncia Rafael Uraliyuu.

Violencia en contra de la mujer artesana
Paula Restrepo, directora de la fundación “Talento Colectivo”, quien asumió como reto personal la promoción del comercio justo de las artesanías en Colombia, sostiene que la mujer wayuu, en estos momentos, se encuentra en condiciones de vulnerabilidad en el comercio de sus artesanías. Según Restrepo, el problema de comercio injusto de la artesanía wayuu empieza en el momento en que los derechos de la mujer wayuu son vulnerados a través de la venta de sus mochilas. “A diario se pueden observar mujeres wayuu llegar al mercado a las 5 de la mañana desde las rancherías a vender sus artesanías, muchas veces sin saber hablar español y donde no existen condiciones de derecho. Estamos frente a una situación en donde se configura una situación de violencia en contra de la mujer wayuu, que representa a una familia, que viene sola, que no habla bien el español, y que le pagan lo quieren pagarle por su trabajo”.
Para ella no representa un problema cuánto cuesta una mochila en Francia, Alemania o en Italia, sino lo que ocurre dentro de las comunidades wayuu. “Qué está pasando aquí, cómo se está abordando esta problemática, quién está ejerciendo la defensa de los derechos de unas mujeres que son atropelladas al momento de vender sus creaciones, quién se ha puesto a analizar esta situación”, observa.
“Mientras la mujer wayuu no tenga una cadena de respaldo, siempre vendrá otro más vivo a tratar de sacar la mercancía bajo la lógica del comercio convencional al precio más barato, pero a nadie le importa esa señora cómo se llama, cuántos hijos tiene, si el dinero le va alcanzar, si está perdiendo plata, la lógica del comerciante en estos momentos no tiene nada que ver con derechos humanos, ellos quieren mercancía barata a cualquier precio”, sostiene.
Con tono firme, asegura que la labor de las artesanas wayuu se encuentra en pérdida total de ganancias. “Se sabe que la mujer wayuu está en pérdida, no es un negocio que represente ganancia, y eso se puede leer fácilmente al analizar que si las mujeres wayuu tejen tanto y no paran de trabajar, porqué se encuentran en circunstancias de dificultad real económica y pueden llegar a derivarse hasta en casos de desnutrición?”, se pregunta.

Tejido wayuu a la intemperie
Bajo un mercado agresivo plagado de especuladores que buscan arrebatar sus creaciones a precios irrisorios, vale la pena revisar cuáles son los mecanismos de protección con los cuentan las artesanas wayuu en Colombia y Venezuela.
En el caso de las comunidades indígenas venezolanas, actualmente se encuentran blindadas con poderoso marco jurídico que reconoce y protege sus usos y costumbres, partiendo del capítulo ocho de la constitución venezolana, de la cual, a su vez, se desprenden otras legislaciones  como la ley orgánica de pueblos y comunidades indígenas, ley de patrimonio cultural de los pueblos y comunidades indígenas (2009), y la ley de artesanos y artesanas indígenas, además del tratado internacional suscrito conocido como el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Mientras que en Colombia, las artesanas wayuu y sus tejidos tradicionales se encuentran prácticamente a la intemperie desde el punto de vista legal, su constitución en su artículo 8 menciona de forma muy somera “la protección de la riqueza cultural de la nación”, la ley 21 de 1997 adopta de igual manera el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), por tanto, no existe una ley que se ocupe directamente de las artesanas indígenas y de sus productos.
Y en lo que concierne a la labor artesanal de las mujeres wayuu, sólo cuentan con la distinción de Denominación de Origen desde diciembre de 2011, aprobado por Artesanías de Colombia, entidad adscrita al ministerio de industria y turismo, “este es un distintivo que certifica que determinado producto es originario de una región o país y por lo tanto cuenta con la reputación y características provenientes de dicha zona geográfica”, se lee en el portal artesaníasdecolombia.com.


“Las medidas de control como la Denominación de Origen, pueda que funcionen efectivamente dentro del territorio colombiano, pero para proteger nuestros conocimientos tradicionales, así como otros aspectos relacionados al patrimonio cultural, intelectual e inmaterial del pueblo Wayuu e incluso de los pueblos indígenas en general, se deben aplicar instrumentos internacionales relacionados con la protección de estos derechos, incluyendo el derecho al consentimiento previo, libre e informado que nos asiste”, sentencia la activista wayuu de derechos humano Karmen Ramírez, en un artículo publicado para el portal “Las 2 Orillas”. 






























Material suministrado por Fundación Telento Colectivo




Publicado en Periódico WAYUUNAIKI, edición 202

Estado colombiano desconoce magnitud sobre problemática de desnutrición en La Guajira

Departamento de La Guajira cuenta con 970 mil habitantes, pero microfocalización realizada por la Gobernación de La Guajira evidenciaron que 200 mil ciudadanos más no se registran en proyecciones del Dane. La desnutrición, además de la infancia, está atacando a jóvenes, madres lactantes y ancianos.

Leonel López / Corresponsal Colombia

A pesar de realizarse a finales del 2015 dos microfocalizaciones para diagnosticar el número de niños y niñas wayuu en condiciones de desnutrición en el departamento de La Guajira, una por parte de la Gobernación de La Guajira, y otro censo realizado por el Instituto Colombiano de Bienest ar Familiar (Icbf), a estas alturas de semejante crisis que afronta la referida entidad, el Estado colombiano y sociedad en general desconoce la cifra exacta de infantes afectados por la morbilidad, y cuántos han muerto por desnutrición.
Hablar de casi 5 mil niños como lo sensacionalizan algunos medios de comunicación, o de un poco menos de un centenar como lo ha querido reportar el mismo Estado colombiano empieza a generar matices poco creíbles en torno al tema, considerando que existe un serio problema de desinformación y desarticulación dentro las instituciones estatales presentes en el Departamento de la Guajira, lo cual deriva en el manejo impreciso de información, y al mismo tiempo, en la agudización del problema de desnutrición.
Así lo evidenció la Procuradora delegada para la defensa de la Infancia y Adolescencia de Colombia, Ylva Hoyos, quien explicó que la Contraloría General de la República solicitó el año pasado informe de gestión del gobernador y los 15 alcaldes del departamento de La Guajira, obteniendo poca información en ese sentido. “En el caso del departamento de la Guajira, todos los municipios nos dieron información de gestión, pero la información no era del todo veraz, real, ni tampoco completa”.
La procuraduría solicitó a los quince municipios del departamento información del número familias indígenas, población indígena de 0 a 5 años, de 6 a 11, de 12 a 17, y de 18 a 28. Según Hoyos, “Excepto Dibulla, todas las demás entidades territoriales no le informaron a la procuraduría lo correspondiente a poblaciones indígenas. Esto es preocupante, porque la falta de información tanto a nivel nacional, departamental y municipal, agudizan el problema, porque no hay fuentes de información que permitan conocer cuál es la realidad de los municipios del departamento”.
Desconocimiento
Fue tajante al referir que existe una dispersión institucional debido a las diferencias de datos manejados por los entes del Estado. “La señora gobernadora nos informó que la proyección poblacional Dane para este departamento es de 970 mil habitantes, pero nos planteó que con base en las microfocalizaciones que se han realizado, hay más de 200 mil habitantes que no están incluidos en esas proyecciones, es decir, significaría la quinta parte de la población que el Estado no conoce, no sabe dónde está, no registra”.
“La mitad de la población microfocalizada es menor de 18 años, el 46 por ciento no habla español, del 10 al 15 por ciento no tiene registro civil, por lo tanto, el Estado colombiano, y esto es algo que avergüenza a nivel internacional pero tenemos que asumirlo, no sabe la magnitud del problema que está viviendo la Guajira”, increpó la representante del órgano procurador.
Fue contundente al insistir en la necesidad de un censo real del Departamento de la Guajira dado que los recursos que recibe están siendo afectados, “difícilmente puede haber una buena planeación si sabemos de entrada que hay un desfase de más de la quinta parte de la población en el departamento de La Guajira”. Alertó además que, además de la infancia, existen otros ciclos vitales en la Guajira afectados por la desnutrición como la juventud, madres lactantes y adulto mayor.
Precisamente parte de lo anterior coincide con lo manifestado por la secretaria de Salud del municipio de Uribia, Nayla Sierra, al explicar que “el municipio no cuenta con estadísticas claras hasta el momento. “La información con la que contamos parte de la microfocalización realizada por el Instituto colombiano de bienestar familiar, que al cierre del 31 de diciembre de 2015 diagnosticó 567 niños y niñas en riesgo de desnutrición. El problema está en la microfocalización realizada por el Icbf no cubrió la totalidad del municipio de Uribia. Por tanto, no tenemos una base sólida de la población en total”.
Reconoce que en base al censo realizado hace algunos años por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, bajo sus proyecciones es que se formulan y ejecutan todas las políticas y programas del Estado.
Políticas erradas
Para el docente investigador del municipio de Uribia,  Isidro Ibarra Ipuana, existe un desconocimiento de las cifras de niños que han muerto por desnutrición en La Guajira, ante la ausencia de estadísticas que lo reporten.  “No hay un censo estadístico real de cuántos niños son atendidos en este momento, ni de cuántos niños han muerto en el municipio de Uribia. Las Ips, las Eps y los hospitales cada una trabajando por su lado, como pueden,  no hay un trabajo mancomunado para enfrentar la crisis que estamos pasando, no hay articulación”.
“La gobernación maneja un dato, el Dane maneja otra cifra, el gobierno nacional posee un dato diferente, el Icbf otra estadística, por eso es que se habla de 4 mil niños, otros dicen 3 mil, y otros mil niños, y el presidente Santos dice que son 70, pero si fueran 70, son setenta vidas humanas que se pierden”, detalló.
Aparte, sostiene que la desnutrición en la Guajira obedece la suma de varios factores como el cambio climático, desempleo, abigeato, Estado-dependencia de los wayuu, cierre de frontera, entre otros, pero agrega además un nuevo factor y es que el gobierno nacional decidió llevarse las regalías por concepto del carbón, sin un estudio previo de impacto.
 “Antes no se veía tanto el problema de desnutrición, empeora  al momento en que se perdieron las regalías. Uribia no es productor de carbón, pero tenemos la zona de embarque Puerto Bolívar, el gobierno nacional decide que los municipios productores no reciban los recursos directamente, sino repartirlas a todos los municipios del departamento a través de un sistema de participación. Lógicamente la falta de esos recursos conlleva a agudizar el problema, porque anteriormente las regalías eran, en específico, para salud, educación y saneamiento básico, al llevarse esos recursos el gobierno, debilitaron esas áreas de atención”.
La crítica
Mientras tanto, el abogado wayuu y miembro de la organización Wayuu Araurayuu, Roberto Fajardo Epieyuu, es firme al manifestar que hay muchos niños wayuu que no están ni registrados ni censados. “Y si no lo están, no pueden entrar a los programas de alimentación, hay muchas muertes sin registrar, no aparecen en ninguna estadística, mujeres que no alcanzan ni siquiera los cuatro meses de embarazo porque al primer o segundo mes de embarazo, abortan porque se encuentran en condiciones de desnutrición, existen muchos wayuu con problemas de tuberculosis”.
“También tenemos un problema de alcoholismo, hay mucho alcoholismo entre los wayuu, y ese es un factor que ayuda a que crezca el problema de la desnutrición, porque si es un padre irresponsable que no lleva a su casa el pan de cada día, que puede comer un pelao, nada! hasta dos días sin comer, debe salir a mendigar al pueblo, a pedir aquí, en Maicao, en Riohacha”, denunció
De igual forma, Fajardo asegura que la corrupción también ha contribuido al empeoramiento de la problemática de desnutrición. “El recurso que el gobierno gira, unos 17 mil millones de pesos anuales, nunca se ha invertido en una obra macro porque hay mucha división al interior de toda la dirigencia indígena en Uribia, hay muchos intereses creado, ese dinero no se ve por ningún lado, plata que manejan también por autoridades tradicionales y representantes legales. Pero entonces puedes ver gente que todos los años comprando “burbujas”, arreglando sus casas, ese dinero se vuelve un recurso familiar una estadística, mujeres que no alcanzan ni siquiera los cuatro meses de embarazo porque al primer o segundo mes de embarazo, abortan porque se encuentran en condiciones de desnutrición, existen muchos wayuu con problemas de tuberculosis”.
“También tenemos un problema de alcoholismo, hay mucho alcoholismo entre los wayuu, y ese es un factor que ayuda a que crezca el problema de la desnutrición, porque si es un padre irresponsable que no lleva a su casa el pan de cada día, que puede comer un pelao, nada! hasta dos días sin comer, debe salir a mendigar al pueblo, a pedir aquí, en Maicao, en Riohacha”, denunció
De igual forma, Fajardo asegura que la corrupción también ha contribuido al empeoramiento de la problemática de desnutrición. “El recurso que el gobierno gira, unos 17 mil millones de pesos anuales, nunca se ha invertido en una obra macro porque hay mucha división al interior de toda la dirigencia indígena en Uribia, hay muchos intereses creado, ese dinero no se ve por ningún lado, plata que manejan también por autoridades tradicionales y representantes legales. Pero entonces puedes ver gente que todos los años comprando “burbujas”, arreglando sus casas, ese dinero se vuelve un recurso familiar”.




 Ana Pushaina, comunidad Liichon“Hay muchos niños que han muerto por hambre en nuestra ranchería, hace poco murieron dos por la desnutrición, ya el recurso de las regalías hace mucho que no llega y la comida es muy cara, hay quienes les dan algún beneficio, y a otros no se les da nada.


 Horacio Pushaina, comunidad Camino Verde  
Anusa tu jamuka alatsü wama wanepia, shimuin alatsü jamú wayuu yapuna ya. Eesu wane asülüjunüsü, katsa shia irrai ekey apuinakai amuin, irrai ekey nojoi asulujunuin musú. Alusa atunshi na aluataka sunain achuntuin voto, apünüsü wane ekutchon sunain wane kay ne.


Catalina González Ipuana, lider wayuu del corregimiento de Siapana
 Para nosotros es muy vergonzoso que nos estén publicando por la televisión, somos los peores del departamento de la Guajira, que estén diciendo los wayuu son muertos de hambre, si en verdad quiere ayudar al pueblo generen empleos, en estos momentos no hay fuentes de empleo.

Dámasa Vanegas Jusayú, comunidad de Sarrut, corregimiento de Jonjoncito 
En mi comunidad han ocurrido muertes de niños por desnutrición, a mediados de diciembre se llevaron un niño desde mi ranchería hasta el hospital de Uribia, y de allí fue remitido hasta Riohacha donde finalmente murió, al parecer tenía problemas de bronquitis y desnutrición.














Poco ha cambiado la historia del pueblo wayuu desde que empezó el proyecto colonizador Cada 9 de agosto y desde 1994 se celebra el día i...