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martes, 4 de agosto de 2015


 El masoquismo del pueblo wayuu en este verano de politiqueros

Leonel López
Opinión

Llego la época electoral antes que las lluvias en la Guajira. Hablo de la Guajira colombiana, porque en Venezuela está previsto que se les verá la cara a los politiqueros de oficio a partir del mes de octubre o noviembre, con las elecciones parlamentarias.
Ya las redes sociales y en los medios de comunicación están inundados con caras sonrientes, rostros maquillados, empolvados, expuestos a sesiones fotográficas, invitando a marcar por fulanito o fulanita, "que si el de la diferencia", o "por una Guajira linda", "vota por sutanejo, para un mejor manejo de las regalías", en fin, el marketing político empieza a mover las fichas para nuevamente manipular a las masas y moldear las decisiones del elector. Y como siempre, los candidatos están lanzando sus redes hacia ese gran cardumen de votos que siempre encuentran en el pueblo wayuu.
Las estrategias para hacerse de ese gran reservorio electoral van desde repartir café a cuanto transeúnte se les cruce por las calles, hasta tocar puertas cargados de muchas promesas, promesas que por supuesto esta de mas decir, jamás serán cumplidas. Es el mismo político descrito por la escritora Estercilia Simanca Pushaina en su cuento "Manifiesta no saber firmar", besan a nuestras mujeres y a nuestros doncellas, y luego disimuladamente limpian sus mejillas, se aprovechan de la buena fe de nuestros tíos, sembrando falsas promesas a cambio de sus votos.
No tengo nada en contra de la política, al contrario, me considero un político, creo sin titubeos que la sociedad puede alcanzar grandes niveles de Desarrollo Social desde las esferas del poder, bien lo reza el principio elemental en  ciencias políticas, "es el arte de posible", se podrían lograr muchas cosas a favor del pueblo si se trabaja de manera transparente, honrada y eficazmente.
No obstante, la clase política en la Guajira colombo-venezolana,  diría que en los últimos 30 años solo ha dejado un sabor amargo en el pueblo wayuu, solo regresan cada cierto tiempo con sus patrañas y mentiras a buscar votos, a cambio de   media libra de café, azúcar, panela y maíz. Son esos mismos personajes que siempre los vemos movilizar en "carrazos" lujosos, te patinan el polvo en la cara, los que nunca saludan a la gente de a pie, y mucho menos visitan las rancherías en otras épocas, los que presumen con sus botellas de "oldparr" en sus festines burgueses, es esa misma gente que vive de los subsidios y las regalias del pueblo, captandolas a nombre del pueblo wayuu; sí, los que cambian de piel como las culebras, se reinventan, y al obtener el triunfo, convierten las administraciones en pequeños tronos que heredan a su propia gente, para perpetuarse en el poder.
Y mientras ellos se pelean por avales, y dentro de cada partido se forman vendettas por el liderazgo, el pueblo wayuu como siempre sigue pasivo, ya listo para entregar su voto, a cambio de un ciclo mas de abandono y olvido, de hambruna y escasez, de niños y niñas muertos por la carestía, de sufrir la sed y vivir en condiciones infrahumanas.  Aun no encuentro la respuesta sobre si es costumbre o masoquismo sobre el fenómeno reflejado en muchos hermanos y hermanas wayuu que acuden en camionadas a los centros electorales, para que finalmente elijan una vez mas a sus propios verdugos, esos que sin ningún escrúpulo se llenan los bolsillos del dinero del pueblo, cometen peculado público, cambian de vehículo cada año, viven al mejor estilo del jet-set, y se mudan a zonas residenciales lujosas. Hasta cuando seguirá el pueblo Wayuu dejándose joder por estos sinvergüenzas?, es justo que después de tantos años de abuso y engaño, se  dejen de pendejadas con los politiqueros de oficio.
Ahora bien, no puedo generalizar, seguro habrá quienes deseen levantarse y hacer algo nuevo, dar un paso diferente a favor de su pueblo. Para que eso pase, su origen debe ser de las mismas entrañas del pueblo, vivir las mismas dificultades que vive la gente a diario, caminar a pie, ir al mercado, sufrir en carne propia las carencias de su propia gente, esa es la nueva clase política que se merece la Guajira, un hermano o una hermana wayuu comprometidos a morir por su pueblo. Para cuando ese momento llegue, ojala que lobos y caimanes se hayan comido entre sí, y entonces habrá paso para los corderos.

1 comentario:

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