“EL LEVANTAMIENTO GENERAL DE LOS INDIOS GUAJIROS”: algunos apuntes en torno al 2 de mayo de 1.769
Leonel López
El 2 mayo de 1.769, conocida como “La Rebelión del ´69”,
pasó una vez más inadvertido para el pueblo Wayuu, una que otra publicación en
las redes sociales hizo mención sobre la memorable fecha como un acontecimiento
importante que muestra la participación del pueblo wayuu en la guerra por la
independencia del yugo español. En el departamento de la Guajira se le conoce
como “Día de la Guajiridad”, decretado por la asamblea departamental como una
manera de honrar el gentilicio guajiro, mientras que en el lado venezolano se
conoce muy poco del tema, por tanto, ni se menciona de manera oficial.
Revisando algunos documentos sobre el mencionado hecho
histórico, existe un artículo del historiador colombiano Eduardo Barrera,
“Guerras Hispano Wayuu en el Siglo XVIII”, en el cual se nos acerca entre sus
líneas a los sucesos que desencadenaron lo que, según él, se conoce como “EL
LEVANTAMIENTO GENERAL DE LOS INDIOS GUAJIROS”, además de describir algunas
escenas sobre los hechos posteriores al 2 de mayo. Me permito compartir un
breve extracto con quienes están ávidos de conocer más acerca de aquel capítulo
de la historia del pueblo wayuu, y quienes desconocen de este suceso, ocultado
por mucho tiempo bajo la historiografía oficial:
A continuación, se cita:
“El 2 de mayo de 1769 los indígenas del pueblo del Rincón,
cerca de la ciudad de la hacha, en el margen nororiente del actual Rio
Ranchería, ante la noticia del envío de varios indios guajiros desterrados a
los trabajos de Cartagena, incendiaron todo el pueblo muriendo quemados dos
españoles que permanecían dentro de la iglesia.
Una vez conocido los acontecimientos en la ciudad de la
hacha, es enviada una partida de 25 hombres al mando de don José Antonio de
Sierra, mestizo, a rescatar al padre capuchino que vivía en el Rincón.
Entre tanto, llegaron al mencionado lugar indios de Orino,
Boronata y Laguna de Fuentes. En medio de la confusión de los sucesos y de la
agresividad de los indígenas, estos reconocieron al cabo Sierra como la persona
que había capturado días antes a los 22 indígenas que fueron enviados a
Cartagena. El padre capuchino lo escondió en la casa cural, ante lo cual los
indígenas reaccionaron incendiándola, pereciendo el cabo Sierra con ocho de sus
hombres.
Lo sucedido en el Rincón se supo rápidamente en las otras
fundaciones, y en el sitio de Mancornado, que también fue incendiado, murió
quemada una familia que estaba resguardándose dentro de su rancho, además
fueron capturados por los indígenas tres niños, una mujer y dos hombres, todos
españoles.
Según el informe de Pedro Altea, “los indios profanaron en
los sitios incendiados los vasos sagrados, bebiendo en ellos sus chichas y
amolando sus herramienta en las piedras de ara, cometiendo cualquier cantidad
de sacrilegios”. (CURAS Y OBISPOS t. 20 fls 708; 881-907; año 1788).
Aunque podemos desconfiar del testimonio del padre Altea, lo
cierto es que los indígenas, al quemar las poblaciones, incendiaron siempre la
iglesia y la casa cural. Debe decirse aquí, que los padres capuchinos fueron
desde muy temprano, amigos de la conquista militar de los indios.
Los indios atacaron los poblados provistos de armas de fuego
que compraban a los extranjeros. Por ejemplo, el día 7 de mayo del año ´69, en
el sitio de Aullamas (situado entre el actual Manaure y Carrizal), fue vista
una goleta inglesa abasteciendo de pertrechos a los indios, quienes en número
de doscientos, cincuenta de ellos a caballo, transportaban en canoas los
abastecimientos hacia la playa.
En los días siguientes al dos de mayo, se desarrolló lo que
como “EL LEVANTAMIIENTO GENERAL DE LOS INDIOS GUAJIROS”. Murieron cerca de cien
españoles, y son arrasadas las fundaciones de Maravilla, El Paso, Cavis,
Melones, Arenal, Menores, Rincón, Moreno, El Loco, La Soledad, San Antonio, San
Bernardo y otras, calculándose en setenta el número de poblados destruidos. Los
incendios de los pueblos era acompañado del robo de las Haciendas que eran
llevadas hacia la Alta Guajira. Sobre el sitio de la Soledad, cabe decir que
fue abandonado ante el avance indígena, sin embargo el indio Blancote decidió
defenderlo, colocándose al lado de los españoles, aduciendo la necesidad de
vengar la muerte de su pariente, el cabo Jose Antonio de Sierra. Parece ser que
se efectuó en el mencionado sitio un combate de gran envergadura donde murieron
“muchos” indios.
Los pobladores españoles de los lugares destruidos huyeron
hacia la ciudad del Río de la Hacha. Días después del levantamiento general,
comenzaron a conocerse los rumores del posible ataque indígena a esta ciudad.
Haciendo la evaluación de la situación defensiva de esta plaza, el comandante
de Río de el hacha, informaba a los gobiernos de Maracaibo, Valle de Upar,
Santa Marta y Cartagena, la grave situación en que se encontraban por no tener
con que defenderla, solicitando a todos ellos ayuda urgente.
Al mes siguiente llegaban al Río de el Hacha cien hombres
del Batallón Fijo de Cartagena, y ayudas de Maracaibo.
La evaluación de los sucesos daba como resultado la
destrucción de la totalidad de las fundaciones, el robo de las haciendas de los
españoles, la imposibilidad de la fuerzas militares de contener a los indígenas
y defender el Río de la Hacha de un posible ataque, y total control de la
península Guajira, con sus caminos y sus puertos, por parte de los Wayuu.
Podemos concluir el relato de los sucesos que sobre el
carácter de los indios guajiros, hace el Marqués de la Vega de Armijo, en junio
de 1.769:
“Por lo que respecta a hacer la guerra, los he visto manejar
un fusil, y fatigar un caballo como el mejor europeo, sin olvidar su arma nacional
la flecha; a esto les acompaña un espíritu bizarro con mucha parte de
racionalidad adquirida en el inmemorial trato, y comercio que han tenido con
todas las naciones.
Estos hombres se mantienen sin comer ni beber dos y tres
días, y les satisface abrir en breve instante la tierra con las manos, y beber
un sorbo de agua de cualquier calidad que sea, comen raíces de yerba, y
frutillas silvestres, que uno y otro acabarían con un hombre de los nuestros en
pocos días: En el terreno que poseen, (que pasan de trescientas leguas que
forman un ángulo) son muy distantes las aguadas, unas de otras, y por lo
general salobres; para llegar a donde pueden retirar sus ganados, se hace
preciso acabar con todos los guajiros, que compondrían unos veinte mil indios
de fusil y flecha.
El que tuviere suficiente instrucción del genio nativo de
los africanos, y su modo de hacer la guerra, conocerán que en todo son una biba
estampa de aquellos los indios guajiros; son ambiciosos, traidores, bengativos,
desconfiados, y llenos de abominaciones; observando siempre el más leve
descuido para sus empresas”. (MILICIAS Y MARINA. T. 119, fls 376v-377v).
Basado en: “GUERRAS HISPANO WAYUU DEL SIGLO XVIII”
Autor: Eduardo Barrera (Colombia)
Historiador, profesor del Departamento de Historia y
Geografía, Facultad de Ciencias Sociales y Educación de Pontificia Universidad
Javeriana
Foto: Michel Perrin
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