El masoquismo del pueblo wayuu en este verano de politiqueros
Leonel López
Opinión
Llego la época electoral antes que las lluvias en la
Guajira. Hablo de la Guajira colombiana, porque en Venezuela está previsto que
se les verá la cara a los politiqueros de oficio a partir del mes de octubre o
noviembre, con las elecciones parlamentarias.
Ya las redes sociales y en los medios de comunicación están
inundados con caras sonrientes, rostros maquillados, empolvados, expuestos a
sesiones fotográficas, invitando a marcar por fulanito o fulanita, "que si
el de la diferencia", o "por una Guajira linda", "vota por
sutanejo, para un mejor manejo de las regalías", en fin, el marketing
político empieza a mover las fichas para nuevamente manipular a las masas y
moldear las decisiones del elector. Y como siempre, los candidatos están
lanzando sus redes hacia ese gran cardumen de votos que siempre encuentran en
el pueblo wayuu.
Las estrategias para hacerse de ese gran reservorio
electoral van desde repartir café a cuanto transeúnte se les cruce por las
calles, hasta tocar puertas cargados de muchas promesas, promesas que por
supuesto esta de mas decir, jamás serán cumplidas. Es el mismo político
descrito por la escritora Estercilia Simanca Pushaina en su cuento
"Manifiesta no saber firmar", besan a nuestras mujeres y a nuestros
doncellas, y luego disimuladamente limpian sus mejillas, se aprovechan de la
buena fe de nuestros tíos, sembrando falsas promesas a cambio de sus votos.
No tengo nada en contra de la política, al contrario, me
considero un político, creo sin titubeos que la sociedad puede alcanzar grandes
niveles de Desarrollo Social desde las esferas del poder, bien lo reza el
principio elemental en ciencias
políticas, "es el arte de posible", se podrían lograr muchas cosas a
favor del pueblo si se trabaja de manera transparente, honrada y eficazmente.
No obstante, la clase política en la Guajira
colombo-venezolana, diría que en los
últimos 30 años solo ha dejado un sabor amargo en el pueblo wayuu, solo
regresan cada cierto tiempo con sus patrañas y mentiras a buscar votos, a
cambio de media libra de café, azúcar,
panela y maíz. Son esos mismos personajes que siempre los vemos movilizar en
"carrazos" lujosos, te patinan el polvo en la cara, los que nunca
saludan a la gente de a pie, y mucho menos visitan las rancherías en otras
épocas, los que presumen con sus botellas de "oldparr" en sus
festines burgueses, es esa misma gente que vive de los subsidios y las regalias
del pueblo, captandolas a nombre del pueblo wayuu; sí, los que cambian de piel
como las culebras, se reinventan, y al obtener el triunfo, convierten las
administraciones en pequeños tronos que heredan a su propia gente, para
perpetuarse en el poder.
Y mientras ellos se pelean por avales, y dentro de cada partido
se forman vendettas por el liderazgo, el pueblo wayuu como siempre sigue
pasivo, ya listo para entregar su voto, a cambio de un ciclo mas de abandono y
olvido, de hambruna y escasez, de niños y niñas muertos por la carestía, de
sufrir la sed y vivir en condiciones infrahumanas. Aun no encuentro la respuesta sobre si es
costumbre o masoquismo sobre el fenómeno reflejado en muchos hermanos y
hermanas wayuu que acuden en camionadas a los centros electorales, para que
finalmente elijan una vez mas a sus propios verdugos, esos que sin ningún
escrúpulo se llenan los bolsillos del dinero del pueblo, cometen peculado
público, cambian de vehículo cada año, viven al mejor estilo del jet-set, y se
mudan a zonas residenciales lujosas. Hasta cuando seguirá el pueblo Wayuu
dejándose joder por estos sinvergüenzas?, es justo que después de tantos años
de abuso y engaño, se dejen de
pendejadas con los politiqueros de oficio.
Ahora bien, no puedo generalizar, seguro habrá quienes
deseen levantarse y hacer algo nuevo, dar un paso diferente a favor de su
pueblo. Para que eso pase, su origen debe ser de las mismas entrañas del
pueblo, vivir las mismas dificultades que vive la gente a diario, caminar a
pie, ir al mercado, sufrir en carne propia las carencias de su propia gente,
esa es la nueva clase política que se merece la Guajira, un hermano o una
hermana wayuu comprometidos a morir por su pueblo. Para cuando ese momento
llegue, ojala que lobos y caimanes se hayan comido entre sí, y entonces habrá
paso para los corderos.