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miércoles, 29 de febrero de 2012


Comunicadores indígenas exhortan al pueblo wayuu agendar comunicación propia
  
Leonel López 

Los medios masivos de comunicación, ¿son una oportunidad para los pueblos indígenas de visibilizarse, o instrumentos para reproducir conceptos hegemónicos en su contra? Era la pregunta que un domingo por la mañana en el centro cultural “Gliserio Tomás Pana”, debatían un selecto grupo de jóvenes indígenas wayuu vinculados a distintas áreas de la comunicación. Era el último día del festival de la cultura wayuu en su versión 25.
Periodistas, cineastas, documentalistas, realizadores, productores de televisión y escritores, armaron un conversatorio ante un concurrido auditorio, para ofrecer sus apreciaciones de la temática sobre mesa, se trató de la última jornada académica para entonces titulada “Culturas indígenas y medios de comunicación: ¿homogenización  o posibilidades para  ser visibles”, ante un panel en el que tuvieron participación Jayariyú Farías Montiel (directora de WAYUUNAIKI), Elizabeth Pirela (realizadora del cortometraje “Majayut”), David Hernández Palmar (fotógrafo y documentalista), Miguel Ángel López (patrimonialista y poeta), Nat Nat Ipuana (realizadora), Ramiro Epieyuu (bloguero y ciberperiodista),  entre otros.

Oportunidad de conjugar
En tal sentido, Miguel Ángel López, ante la pregunta, opinó que los medios de comunicación masivos son una oportunidad para los pueblos indígenas de hacer conjunción con el mundo. “Para ello, invito a que recordemos el proceso de compenetración cultural del pueblo wayuu ha venido desarrollando desde el primer contacto con el pueblo europeo, y que desde entonces hemos venido conociendo artefactos que, sin duda, fortalecen nuestra naturaleza de expresión”.
“Encontrarse hoy con la oferta de los medios de comunicación, el proceso de adaptación y adopción no debe ser traumático, y mucho menos cuando se presenta la generación universitaria y preparada y con conocimientos a fondo de la cultura occidental, y sin duda, más propositiva. Cómo entendemos los medios de comunicación? Se entienden como elementos de expresión que contribuyen a prolongar los sentidos de una colectividad”.
Para López, la nueva generación de jóvenes wayuu que hace periodismo, periodismo virtual en la internet, producciones audiovisuales, según su interpretación, están logrando instalarse en el escenario de la globalización.

Industrias culturales propias
Otro de los panelistas, el realizador David Hernández Palmar, durante su intervención refirió que con el uso de los medios de comunicación masivos, “se debe generar espacios sostenidos para los pueblos indígenas”. “Tenemos emisoras, pero a lo mejor no sabemos cuál será la programación, o en que idioma se hablará a través de ese medio. De pronto nos apresuramos mucho para formarnos tecnológicamente, pero no medimos el impacto de la tecnología para nuestros pueblos indígenas”.
“Evidentemente, estamos invadido por la tecnología y la posibilidad de difundir la palabra, pero no debemos formarnos únicamente desde el punto de vista técnico, tener emisoras y televisoras, y saber encenderlas, porque vamos a repetir el mismo discurso. Debemos reflexionar como pueblo si realmente nosotros estamos creando una industria cultural propia de los pueblos indígenas, o sólo tenemos espacios solidarios en los medios de comunicación de una hora al día? Necesitamos crear industrias culturales propias”, subrayó.

Pelear para ganar respeto
“Comunicadores somos todos”. Con esa frase inició su participación la periodista Jayariyú Farías Montiel, quién apuntó haciendo eco de una solicitud en torno al tema de la comunicación. “Creo que es muy pertinente solicitar a los organizadores del festival de la cultura wayuu, que la comunicación sea el tema central en la versión número 26 del próximo año, porque me parece pertinente, es el momento, y porque todos los wayuu debemos involucrarnos en el tema de la comunicación, pues es la única forma de ganarnos el respeto como pueblo”, exhortó.
Por otra parte, hizo hincapié en la lucha de los pueblos indígenas para hacer comunicación propia. “Cuánto nos cuesta a los medios indígenas, y ya nos refería su experiencia Kankuama Televisión, que sale cuando puede, del lobby  que deben hacer los realizadores para conseguir recursos y hacer un documental, o el costo de imprimir un periódico o una fotografía, cuánto debemos luchar para ganarnos el respeto, es muy duro hacer comunicación indígena, y el perfil para lograrlo es convertirnos en guerreros, hay que pelear para ganarnos el respeto”, refirió con tono acentuado.
“Los gobiernos y las empresas deben entender que los indígenas en el tema de la comunicación, no somos unos mendigos de la señal, del espectro o del dinero que nos den, el tema de la comunicación tiene que ser ya!, porque estamos permitiendo que vengan todas las empresas que tienen intereses en nuestro territorio a liderar, no sólo los procesos comunicacionales, sino todos los procesos, y en 25 años más, y ojalá existan estos espacios para el diálogo y fortalecimiento de nuestro pueblo, este festival tendrá tantos logos que los wayuu ni vamos a venir, y esa es la realidad hoy” , puntualizó.   



Y la mujer wayuu se vistió con manto de poder
 Desde hace tres décadas las féminas del pueblo wayuu han asumido roles de liderazgos a través de organizaciones con ánimos de enfrentarse a todo aquello que afecta sus territorios.

 Leonel López
    Con la implementación de megaproyectos mineros, explotación de la sal, tráfico de drogas, la instrumentación de acciones paramilitares, arbitrariedades del Estado, entre otros eventos, que transformaron el territorio milenario del pueblo wayuu en un escenario de violaciones a sus derechos humanos y de transgresión cultural, emergió en la Guajira colombiana un movimiento organizacional a principios de la década de 1990 con la insoslayable intención de resistir los atropellos por parte de trasnacionales, grupos al margen de la ley y el narcotráfico.
Resulta emblemático y admirable que las riendas de esta explosiva resistencia se encuentren precisamente en las manos de mujeres indígenas wayuu, considerando que dentro de la marcada tradición política y cultural de este pueblo indígena, es el hombre quien ejerce los roles de poder y de decisión, no obstante, en los últimos 30 años, las wayuu han evidenciado su capacidad para asumir estas luchas, con un hábil sentido de diplomacia y negociación.

El semillero empieza a germinar
El informe “La Masacre de Bahía Portete”, del grupo de Memoria Histórica, destaca que la trayectoria de resistencia del pueblo wayuu ha sido documentada tanto para los períodos colonial y republicano como en sus nuevas formas de liderazgo político y social, en la defensa de los derechos humanos en el contexto del conflicto armado y de sus derechos ancestrales.
El texto resalta que entre las formas de organización que surgieron durante los últimos 30 años, está Yanama, creada en 1982 por Remedios Fajardo en coordinación con comunidades de la media y alta Guajira en defensa de sus derechos y  territorios frente a los proyectos de explotación cabornifera El Cerrejón. “La organización Yanama lideró la resistencia de las comunidades wayuu a la apropiación o el desplazamiento de su tierra para la construcción del complejo minero, evitó la nivelación del cerro La Teta, lugar sagrado de los wayuu, y promovió el reconocimiento del territorio de la media y alta Guajira como resguardo”, cita el documento.
Otra organización que menciona el informe es “Waya Wayuu – Nosotras las wayuu, las mujeres de la sal – creada en 1991 por mujeres wayuu que explotaban la sal en Manaure. “La crearon para denunciar las decisiones arbitrarias del Estado para la explotación de la sal en Manaure y sus políticas de privatización, y por la defensa de los derechos humanos y el derechos al trabajo de quienes tradicionalmente han explotado la sal”.

Las waleker tejedoras de paz
A finales del 2004, surge otra organización en respuesta a la masacre de seis personas en la comunidad de Bahía Portete en abril de ese año. Más tarde, para el mes de septiembre un grupo de mujeres y hombres decidieron organizarse en la ciudad de Bogotá como “Mujer wayuu tejiendo paz” bajo el liderazgo de Débora Barros. “Su creación nace a raíz de la masacre Bahía Portete, realizada por los paramilitares de contrainsurgencia wayuu, al mando de ‘Jorge 40’, desde ahí nace la lucha y la resistencia por la pervivencia de una comunidad wayuu, ubicada norte de Colombia, frontera con Venezuela”, expresó Telemina Barros, lideresa de la organización.
Su lucha se enfoca en  defender y promover  los derechos colectivos de los pueblos indígenas, especialmente los wayuu, defensa por el territorio, la cultura, la pervivencia de la mujer como eje central de su comunidad y familia, además de mantener vivo el idioma wayuunaiki, la preservación del conocimiento tradicional y la medicina Tradicional.
“La organización cuenta con el acompañamiento de 25 personas activas en diferentes áreas como coordinación de géneros y generaciones,  de jóvenes, coordinación de mujer y territorio, de derechos humanos e internacional humanitario, educación, salud y comunicaciones”, explicó Barros.
Desde el momento de su creación, “Mujer wayuu tejiendo Paz” ha mostrado un crecimiento al agrupar alrededor de 30 comunidades indígenas.
Según la lideresa, los pueblos han iniciado una lucha de resistencia pacífica  buscado el apoyo internacional. “Las organizaciones de derechos humanos hemos venido visibilizando todos los casos de genocidio y exterminio que han sufrido en marco del conflicto armado, instamos a otras organizaciones a perder el miedo en esta lucha difícil que genera señalamiento y amenazas pero no podemos detenernos porque terminaremos siendo historia y ese no es lo que queremos”, subrayó.
               
La fuerza de una mujer wayuu
Para mediados de la década pasada, en el contexto del recrudecimiento de las acciones criminales de grupos mercenarios en la Guajira, la activista de derechos humanos, Karmen Ramírez, funda Fuerza de Mujeres Wayuu, organización que viene denunciado las violaciones a los derechos humanos en comunidades wayuu de la Guajira y documentado el riesgo en que se encuentran.
Evelin Acosta Ipuana, coordinadora de Fuerza de mujeres wayuu, informó que el grupo se activó hace más de seis añosy vincula con comunidades y rancherías wayuu de la alta, media y al sur de La Guajira, y del territorio wayuu en Venezuela.
“Nos hemos involucrado en diferentes temas, pero el punto central por el cual inició la organización es el tema del conflicto armado en Colombia en cuanto a víctimas del palamilitarismo. Un grupo de mujeres debatíamos hace más de seis años el tema del conflicto armado y nos dimos cuenta que somos nosotras las que más enfrentamos y somos víctimas en esta guerra”, recordó.
Según Acosta, otro elemento que incidió en la creación de FMW es el aprovechamiento de una posición elemental de la mujer en el pueblo wayuu. “Nos dimos cuenta que la mujer wayuu posee una fuerza y un papel fundamental en la cultura wayuu de asumir ciertos roles en cuanto a la solución de conflictos”.
Ocho mujeres coordinan deferentes áreas de la organización como géneros, derechos humanos, ambiente, niñez, salud, y otras, agrupa alrededor de 32 comunidades, siendo avaladas –según Acosta – por las autoridades tradicionales de cada una.     
“En la parte de ambiente, estamos trabajando con el tema de megaproyectos y en los procesos de investigación hemos analizados que estos megaproyectos de alguna forma están involucrados con los conflictos, porque son proyectos militarizados y focos de muchos atentados, y por supuesto quienes los ejecutan, buscan proteger sus intereses”, concluye.

Reunidos por nuestra Identidad
En octubre de 2010, un grupo de indígenas wayuu se reúnen en Bogotá para hablar de sus expectativas, experiencias e inquietudes por el mejoramiento de las condiciones sociales, económicas y políticas de nuestra nación wayuu.
“La idea era conocernos de forma desprevenida y hablar como lo harían nuestros abuelos, en torno al círculo de la palabra, es decir, un conversatorio donde las jerarquías de los cargos y títulos pasan a un segundo plano por la fuerza de los argumentos y las razones”, dice David Casseres, vocero de la organización.
Outkajawaa es una organización –según Casseres – sin jerarquía, conformada actualmente por 20 personas residente transitoriamente en Bogotá. El grupo representan a diferentes comunidades locales de alta, media y baja guajira colombiana.

Publicado en WAYUUNAIKI

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