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miércoles, 29 de febrero de 2012

Y la mujer wayuu se vistió con manto de poder
 Desde hace tres décadas las féminas del pueblo wayuu han asumido roles de liderazgos a través de organizaciones con ánimos de enfrentarse a todo aquello que afecta sus territorios.

 Leonel López
    Con la implementación de megaproyectos mineros, explotación de la sal, tráfico de drogas, la instrumentación de acciones paramilitares, arbitrariedades del Estado, entre otros eventos, que transformaron el territorio milenario del pueblo wayuu en un escenario de violaciones a sus derechos humanos y de transgresión cultural, emergió en la Guajira colombiana un movimiento organizacional a principios de la década de 1990 con la insoslayable intención de resistir los atropellos por parte de trasnacionales, grupos al margen de la ley y el narcotráfico.
Resulta emblemático y admirable que las riendas de esta explosiva resistencia se encuentren precisamente en las manos de mujeres indígenas wayuu, considerando que dentro de la marcada tradición política y cultural de este pueblo indígena, es el hombre quien ejerce los roles de poder y de decisión, no obstante, en los últimos 30 años, las wayuu han evidenciado su capacidad para asumir estas luchas, con un hábil sentido de diplomacia y negociación.

El semillero empieza a germinar
El informe “La Masacre de Bahía Portete”, del grupo de Memoria Histórica, destaca que la trayectoria de resistencia del pueblo wayuu ha sido documentada tanto para los períodos colonial y republicano como en sus nuevas formas de liderazgo político y social, en la defensa de los derechos humanos en el contexto del conflicto armado y de sus derechos ancestrales.
El texto resalta que entre las formas de organización que surgieron durante los últimos 30 años, está Yanama, creada en 1982 por Remedios Fajardo en coordinación con comunidades de la media y alta Guajira en defensa de sus derechos y  territorios frente a los proyectos de explotación cabornifera El Cerrejón. “La organización Yanama lideró la resistencia de las comunidades wayuu a la apropiación o el desplazamiento de su tierra para la construcción del complejo minero, evitó la nivelación del cerro La Teta, lugar sagrado de los wayuu, y promovió el reconocimiento del territorio de la media y alta Guajira como resguardo”, cita el documento.
Otra organización que menciona el informe es “Waya Wayuu – Nosotras las wayuu, las mujeres de la sal – creada en 1991 por mujeres wayuu que explotaban la sal en Manaure. “La crearon para denunciar las decisiones arbitrarias del Estado para la explotación de la sal en Manaure y sus políticas de privatización, y por la defensa de los derechos humanos y el derechos al trabajo de quienes tradicionalmente han explotado la sal”.

Las waleker tejedoras de paz
A finales del 2004, surge otra organización en respuesta a la masacre de seis personas en la comunidad de Bahía Portete en abril de ese año. Más tarde, para el mes de septiembre un grupo de mujeres y hombres decidieron organizarse en la ciudad de Bogotá como “Mujer wayuu tejiendo paz” bajo el liderazgo de Débora Barros. “Su creación nace a raíz de la masacre Bahía Portete, realizada por los paramilitares de contrainsurgencia wayuu, al mando de ‘Jorge 40’, desde ahí nace la lucha y la resistencia por la pervivencia de una comunidad wayuu, ubicada norte de Colombia, frontera con Venezuela”, expresó Telemina Barros, lideresa de la organización.
Su lucha se enfoca en  defender y promover  los derechos colectivos de los pueblos indígenas, especialmente los wayuu, defensa por el territorio, la cultura, la pervivencia de la mujer como eje central de su comunidad y familia, además de mantener vivo el idioma wayuunaiki, la preservación del conocimiento tradicional y la medicina Tradicional.
“La organización cuenta con el acompañamiento de 25 personas activas en diferentes áreas como coordinación de géneros y generaciones,  de jóvenes, coordinación de mujer y territorio, de derechos humanos e internacional humanitario, educación, salud y comunicaciones”, explicó Barros.
Desde el momento de su creación, “Mujer wayuu tejiendo Paz” ha mostrado un crecimiento al agrupar alrededor de 30 comunidades indígenas.
Según la lideresa, los pueblos han iniciado una lucha de resistencia pacífica  buscado el apoyo internacional. “Las organizaciones de derechos humanos hemos venido visibilizando todos los casos de genocidio y exterminio que han sufrido en marco del conflicto armado, instamos a otras organizaciones a perder el miedo en esta lucha difícil que genera señalamiento y amenazas pero no podemos detenernos porque terminaremos siendo historia y ese no es lo que queremos”, subrayó.
               
La fuerza de una mujer wayuu
Para mediados de la década pasada, en el contexto del recrudecimiento de las acciones criminales de grupos mercenarios en la Guajira, la activista de derechos humanos, Karmen Ramírez, funda Fuerza de Mujeres Wayuu, organización que viene denunciado las violaciones a los derechos humanos en comunidades wayuu de la Guajira y documentado el riesgo en que se encuentran.
Evelin Acosta Ipuana, coordinadora de Fuerza de mujeres wayuu, informó que el grupo se activó hace más de seis añosy vincula con comunidades y rancherías wayuu de la alta, media y al sur de La Guajira, y del territorio wayuu en Venezuela.
“Nos hemos involucrado en diferentes temas, pero el punto central por el cual inició la organización es el tema del conflicto armado en Colombia en cuanto a víctimas del palamilitarismo. Un grupo de mujeres debatíamos hace más de seis años el tema del conflicto armado y nos dimos cuenta que somos nosotras las que más enfrentamos y somos víctimas en esta guerra”, recordó.
Según Acosta, otro elemento que incidió en la creación de FMW es el aprovechamiento de una posición elemental de la mujer en el pueblo wayuu. “Nos dimos cuenta que la mujer wayuu posee una fuerza y un papel fundamental en la cultura wayuu de asumir ciertos roles en cuanto a la solución de conflictos”.
Ocho mujeres coordinan deferentes áreas de la organización como géneros, derechos humanos, ambiente, niñez, salud, y otras, agrupa alrededor de 32 comunidades, siendo avaladas –según Acosta – por las autoridades tradicionales de cada una.     
“En la parte de ambiente, estamos trabajando con el tema de megaproyectos y en los procesos de investigación hemos analizados que estos megaproyectos de alguna forma están involucrados con los conflictos, porque son proyectos militarizados y focos de muchos atentados, y por supuesto quienes los ejecutan, buscan proteger sus intereses”, concluye.

Reunidos por nuestra Identidad
En octubre de 2010, un grupo de indígenas wayuu se reúnen en Bogotá para hablar de sus expectativas, experiencias e inquietudes por el mejoramiento de las condiciones sociales, económicas y políticas de nuestra nación wayuu.
“La idea era conocernos de forma desprevenida y hablar como lo harían nuestros abuelos, en torno al círculo de la palabra, es decir, un conversatorio donde las jerarquías de los cargos y títulos pasan a un segundo plano por la fuerza de los argumentos y las razones”, dice David Casseres, vocero de la organización.
Outkajawaa es una organización –según Casseres – sin jerarquía, conformada actualmente por 20 personas residente transitoriamente en Bogotá. El grupo representan a diferentes comunidades locales de alta, media y baja guajira colombiana.

Publicado en WAYUUNAIKI

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