Décimas añú, cantar con el alma para resistir la extinción
El grupo indígena adoptó la interpretación literario-musical en los primeros años de la conquista como mecanismo de transmisión de su identidad étnica y preservar así su existencia.
El grupo indígena adoptó la interpretación literario-musical en los primeros años de la conquista como mecanismo de transmisión de su identidad étnica y preservar así su existencia.
Leonel López
En la segunda mitad del siglo 20, antropólogos y etnólogos coincidieron al anunciar el fin de la civilización añú. Incluso, algunos fueron tan radicales como Johannes Wilbert, quién en su obra “Los aborígenes de Venezuela” publicada en 1983 reseñó lo siguiente: “Durante las últimas cuatro o cinco décadas los añú han estado al borde de la aniquilación cultural y hoy tenemos que clasificarlos como culturalmente extintos”.
Y no era para menos el vaticinio anunciado por investigadores ante la comunidad mundial dado que los atropellos sufridos por estos pueblos indígenas durante la colonización, conquista, e incluso, de entrada al siglo 20, cuando aún eran sometidos a procesos de esclavitud, fueron motivos contundentes cuyo resultado no sería otro sino su extinción total.
Comenzando con el cacique Nigale, asesinado en 1607, se inició la era apocalíptica por parte de los españoles en contra de comunidades lacustres y rivereñas como los Aliles, Cinamaicas, Toas y Zaparas en un festín etnocida extendido a lo largo de quinientos años. En el caso del pueblo añú, no corrieron la misma suerte de aquéllos pero igual fueron degradados al ser sometidos a la esclavitud, práctica en la cual, de manera penosa se debe confesar, participaron algunos indígenas wayuu.
En un estudio titulado “Lo que cuentan cuando cantan los señores de la laguna”, de Ernesto Mora Queipo, se lee: “una vez menguadas las fuerzas para sostener la resistencia armada, los añú fueron presa fácil para el saqueo, esta vez agregando la modalidad del asalto a las rancherías de indios pacíficos, para hacerlos prisioneros y venderlos como esclavo”.
“La cacería de indios y su venta como esclavo no sólo arrasó con los pueblos de agua, sino también con los Guajiros, quienes hicieron la guerra y sometieron a esclavitud tanto a los pueblos de agua, como a los miembros de otros clanes o parcialidades del propio pueblo”, describe el citado texto.
Según refiere el ensayo, “los wayuu encontraron en la guerra y venta de prisioneros una lucrativa fuente de riqueza y continuaron practicándola durante las primeras décadas del siglo XX”.
La resistencia sutil de los añú
Luego del abreboca histórico, más de uno se preguntará que relación guarda siglos de etnocidio, aunado a vaticinios de extinción cultural añú con cantos y melodías indígenas? Sencillo. Además del proceso de aculturación experimentado por los añú, y que en su mayoría no son hablantes de la lengua tradicional, el grupo optó por aplicar otros mecanismo de resistencia como adoptar elementos de las sociedades dominantes.
“El intenso proceso de etnocidio y genocidio experimentado por los añú explica porqué los mecanismos de resistencia cultural pasaron del campo de la lucha armada y la realización pública de rituales, a ritos clandestinos y los subrepticios mecanismos de apropiación y manipulación de los recursos culturales del grupo dominante a fin de hacerlos parte de su propio patrimonio y reforzar su arsenal cultural”, resume en su obra Mora Queipo
El investigador expresa que los añú han logrado “re-definirse a través del tiempo mediante el uso de sutiles mecanismos con los cuales han mantenido un mínimo de elementos simbólicos que les permite conservar sus fronteras y lograr el reconocimiento de su identidad étnica”.
Uno de esos recursos apropiado por los añú es la composición e interpretación de ciertas formas literarios musicales conocidas como décimas-espinelas de origen español y recopiladas durante el siglo 16 por Vicente Espinel. “Esta apropiación e incorporación de las décimas a la matriz cultural añú tuvo lugar, muy posiblemente desde los primeros años de la conquista, y desde entonces le han servido para articular, redefinir y vehicular ciertos elementos culturales que fundan la identidad étnica de los añú. Uno de esos elementos fundacionales de la identidad añú fue, en la época prehispánica, y sigue siendo en nuestros días, la interpretación cantada de sus mitos de origen, cuentos y leyendas”, se agrega en el ensayo “Lo que cuentan cuando cantan los señores de la laguna”.
Palabras del alma
Por su parte, Laura Semprún, vocera principal del consejo de pescadores Waraucha Koroichi de la Laguna de Sinamaica, explica como en la actualidad se produce una revitalización de la lengua materna añú. “Muchos estudios se han realizado e incluso ya poseemos la traducción del himno nacional en nuestro propio idioma. Los añú nos caracterizamos por poetistas, además del canto de las décimas, que son inspiradas en los pescadores en sus faenas lacustres, quienes han vivido esas experiencias como el caso del decimista Pedro Palmar”, expone la lídereza.
“En las décimas, nosotros los añú manifestamos aquéllos que muchas veces no lo hablamos, melódicamente lo decimos, o a través de una poesía. Si un hombre está enamorado, simplemente puede manifestarse a través de una décima, son palabras que le salen del alma”, corrobora Semprún.
De su pasado, la vocera añú evoca algunos recuerdos de su infancia cuando, según ella, escuchó a su bisabuela entonar ciertas melodías. “Recuerdo cuando mi bisabuela cerraba los ojos y comenzaba a cantar ciertas melodías como una canción de cuna para que los niños se durmieran, recuerdo que le cantaba al agua, a la luna, al sol, a los dioses del entorno para que le diera fuerza a los niños o se calmaran si estaban tocados por algún espíritu”, rememora.
En todo caso y ya para finalizar, Ernesto Mora Queipo culmina su análisis “Lo que cuentan cuando cantan los señores de la laguna” subrayando en como los llamados “señores del agua”, para preservar su existencia recurrieron a refinados mecanismos, entre ellos mimetizarse y hacerse invisible para luego reaparecer utilizando los recursos de los grupos dominantes como ocurrió con la décimas. “La presumible agonía y extinción cultural añú podría perpetuarse por algunos siglos más, e incluso experimentar una franca reversión; y hay que estar preparado para ello porque ya parece estar e marcha la reconquista de sus espacios culturales”, concluye.
Y no era para menos el vaticinio anunciado por investigadores ante la comunidad mundial dado que los atropellos sufridos por estos pueblos indígenas durante la colonización, conquista, e incluso, de entrada al siglo 20, cuando aún eran sometidos a procesos de esclavitud, fueron motivos contundentes cuyo resultado no sería otro sino su extinción total.
Comenzando con el cacique Nigale, asesinado en 1607, se inició la era apocalíptica por parte de los españoles en contra de comunidades lacustres y rivereñas como los Aliles, Cinamaicas, Toas y Zaparas en un festín etnocida extendido a lo largo de quinientos años. En el caso del pueblo añú, no corrieron la misma suerte de aquéllos pero igual fueron degradados al ser sometidos a la esclavitud, práctica en la cual, de manera penosa se debe confesar, participaron algunos indígenas wayuu.
En un estudio titulado “Lo que cuentan cuando cantan los señores de la laguna”, de Ernesto Mora Queipo, se lee: “una vez menguadas las fuerzas para sostener la resistencia armada, los añú fueron presa fácil para el saqueo, esta vez agregando la modalidad del asalto a las rancherías de indios pacíficos, para hacerlos prisioneros y venderlos como esclavo”.
“La cacería de indios y su venta como esclavo no sólo arrasó con los pueblos de agua, sino también con los Guajiros, quienes hicieron la guerra y sometieron a esclavitud tanto a los pueblos de agua, como a los miembros de otros clanes o parcialidades del propio pueblo”, describe el citado texto.
Según refiere el ensayo, “los wayuu encontraron en la guerra y venta de prisioneros una lucrativa fuente de riqueza y continuaron practicándola durante las primeras décadas del siglo XX”.
La resistencia sutil de los añú
Luego del abreboca histórico, más de uno se preguntará que relación guarda siglos de etnocidio, aunado a vaticinios de extinción cultural añú con cantos y melodías indígenas? Sencillo. Además del proceso de aculturación experimentado por los añú, y que en su mayoría no son hablantes de la lengua tradicional, el grupo optó por aplicar otros mecanismo de resistencia como adoptar elementos de las sociedades dominantes.
“El intenso proceso de etnocidio y genocidio experimentado por los añú explica porqué los mecanismos de resistencia cultural pasaron del campo de la lucha armada y la realización pública de rituales, a ritos clandestinos y los subrepticios mecanismos de apropiación y manipulación de los recursos culturales del grupo dominante a fin de hacerlos parte de su propio patrimonio y reforzar su arsenal cultural”, resume en su obra Mora Queipo
El investigador expresa que los añú han logrado “re-definirse a través del tiempo mediante el uso de sutiles mecanismos con los cuales han mantenido un mínimo de elementos simbólicos que les permite conservar sus fronteras y lograr el reconocimiento de su identidad étnica”.
Uno de esos recursos apropiado por los añú es la composición e interpretación de ciertas formas literarios musicales conocidas como décimas-espinelas de origen español y recopiladas durante el siglo 16 por Vicente Espinel. “Esta apropiación e incorporación de las décimas a la matriz cultural añú tuvo lugar, muy posiblemente desde los primeros años de la conquista, y desde entonces le han servido para articular, redefinir y vehicular ciertos elementos culturales que fundan la identidad étnica de los añú. Uno de esos elementos fundacionales de la identidad añú fue, en la época prehispánica, y sigue siendo en nuestros días, la interpretación cantada de sus mitos de origen, cuentos y leyendas”, se agrega en el ensayo “Lo que cuentan cuando cantan los señores de la laguna”.
Palabras del alma
Por su parte, Laura Semprún, vocera principal del consejo de pescadores Waraucha Koroichi de la Laguna de Sinamaica, explica como en la actualidad se produce una revitalización de la lengua materna añú. “Muchos estudios se han realizado e incluso ya poseemos la traducción del himno nacional en nuestro propio idioma. Los añú nos caracterizamos por poetistas, además del canto de las décimas, que son inspiradas en los pescadores en sus faenas lacustres, quienes han vivido esas experiencias como el caso del decimista Pedro Palmar”, expone la lídereza.
“En las décimas, nosotros los añú manifestamos aquéllos que muchas veces no lo hablamos, melódicamente lo decimos, o a través de una poesía. Si un hombre está enamorado, simplemente puede manifestarse a través de una décima, son palabras que le salen del alma”, corrobora Semprún.
De su pasado, la vocera añú evoca algunos recuerdos de su infancia cuando, según ella, escuchó a su bisabuela entonar ciertas melodías. “Recuerdo cuando mi bisabuela cerraba los ojos y comenzaba a cantar ciertas melodías como una canción de cuna para que los niños se durmieran, recuerdo que le cantaba al agua, a la luna, al sol, a los dioses del entorno para que le diera fuerza a los niños o se calmaran si estaban tocados por algún espíritu”, rememora.
En todo caso y ya para finalizar, Ernesto Mora Queipo culmina su análisis “Lo que cuentan cuando cantan los señores de la laguna” subrayando en como los llamados “señores del agua”, para preservar su existencia recurrieron a refinados mecanismos, entre ellos mimetizarse y hacerse invisible para luego reaparecer utilizando los recursos de los grupos dominantes como ocurrió con la décimas. “La presumible agonía y extinción cultural añú podría perpetuarse por algunos siglos más, e incluso experimentar una franca reversión; y hay que estar preparado para ello porque ya parece estar e marcha la reconquista de sus espacios culturales”, concluye.
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