Páez. La actividad aporta ganancias entres los 30 y 200 bs.f al día
Utilizan niños para negociar con combustible en la Guajira
Rendimiento escolar afectado por la actividad lucrativa.
Leonel López
De entrada al municipio Páez y en varios puntos del recorrido vial de la troncal del Caribe, a orillas de la carretera, se puede observar a grupos de personas hacer señas con sus dedos, entre ellos, niños y adolescentes en su mayoría. El gesto es un código que indica el precio del combustible en un día cualquiera, y ellos, son los llamados “bachaqueritos”, chicos, piezas claves del entramado negocio de la compra-venta de gasolina y diesel en la Guajira.
Este fenómeno social, por llamarlo de alguna manera, no debería resultar extraño puesto que muchas familias wayuu asumen como fuente de manutención el negocio de los hidrocarburos, en una localidad donde el desempleo está a la orden del día y eso para muchos no es un secreto.
Vivir tan de cerca esta realidad social pudiera ser la razón por la que muchos de estos infantes y jóvenes entren por el mismo carril y decidan enfilarse a tan competido oficio, algunos por necesidad, otros simplemente por dinero.
La problemática como tal no es ajena al consejo de derechos de niños, niñas y adolescentes de Páez, su presidenta, Ana Luisa Montiel, define como riesgoso para los chicos la compra de gasolina. “Queremos convocar a estos jóvenes “bachaqueritos” como les llaman y darles a conocer cuáles son las causas y consecuencias, y lo nocivo que puede ser para su salud este tipo de trabajo”, expresa con inquietud la representante del Cedna.
Reconoce que aunque para ellos resulte lucrativo y sea fuente de sustento, no obstante, tendrá efectos negativos. “Es cierto que para ellos es una manera de vivir y les da el pan de cada día, pero a la final va a revertirse en enfermedades contra su salud” prevé.
Por otro lado, Cedna-Páez y ninguna otra institución en el municipio poseen estadística alguna que precise la cantidad de chicos incursos en esta actividad ilegal, o de las llamadas “caletas”, sitios a donde ellos llevan los vehículos para la compra de gasolina.
“Estamos pensando en la posibilidad de crear una resolución a través del Cedna que prohíba a los adultos comprarles la gasolina a los niños y jóvenes, y que a su vez para ellos esté prohibida venderla”, aseguró Montiel
En ese inflamable mundo está sumergido “Juan”, no debe pasar de los diez años, pero hace su trabajo con mucha destreza. Las penurias en su hogar ubicado en un sector cercano al mercado Los Filuos es lo que justifica sus largas jornadas laborales bajo el inclemente sol de la Guajira.
“Aquí espero por los ‘carritos’ que vienen de Maracaibo o de Mara, si acceden a venderme la gasolina, los llevo a una casa por aquí cerca donde funciona un llenadero y se extrae la gasolina”, explica en fluido wayuunaiki.
El jornal de “Juan” por tan riesgoso trabajo está alrededor de los 30 bs.f al día como el mismo lo indica, fruto de captar unas 10 “pimpinas” y llevarlas ante el comprador principal, el eslabón capitalista de la cadena lucrativa y de quien seguramente recibe un porcentaje irrisorio considerando la paga de su labor.
“El dinero que gano se lo entrego a mamá, ella no tiene trabajo y está dedicada a los oficios de la casa. Mi padre hace tiempo nos dejó y se fue para la alta Guajira”, narra con aires de tristeza.
El pequeño “Juan” estudia quinto grado, y con la llegada de la las vacaciones su horario se duplicó casi a las diez hora. “Desde las seis de la mañana debo estar acá y le doy corrido hasta las cinco de la tarde”, refiere.
Por su parte, “Tirofijo”, como él mismo pidió que lo llamaran, es un adolescente que confiesa estar en el negocio sólo por dinero. “Estoy en esto sólo por plata, aunque también tengo necesidades. A veces le pedía dinero a mis tíos y me insultaban, entonces fue cuando decidí entrar al comercio de la gasolina”, recuerda.
Las ganancias de “Tirofijo” son más jugosas llegando alcanzar ganancias de 80 bs.f al día. “Si hay marañas buenas por lo menos cargar combustible, puedo ganarme a hasta 130 mil diario, es más, si la cosa está buena de Maracaibo pa’ acá, llego a los 200 por llenar cinco pipas”, describe.
El joven estudia octavo grado en el liceo Francisco Babbini de Guarero, pero los resultados académicos a final de año no fueron optimistas. “Salí más o menos en los estudios, me quedaron cuatro materias que debo llevar a reparación. A veces no iba a clases por estar ocupado en la compra-venta de combustible”, manifiesta.
“Yo sé que esto es muy peligroso, he visto muchos casos de gente que se ha quemado con la gasolina viniendo de Sinamaica, yo conocía a dos que murieron en las Guardias cuando chocaron y el camión se prendió. Pero imagínese! uno por la plata hace cualquier cosa”, argumentó “Tirofijo” .
Artículo 94. Derecho a la protección en el trabajo.
“Todos los niños, niñas y adolescentes trabajadores y trabajadoras tienen derecho a estar protegidos o protegidas por el Estado, las familias y la sociedad, en especial contra la explotación económica y el desempeño de cualquier trabajo que pueda entorpecer su educación, sea peligroso o nocivo para su salud o para su desarrollo integral”.
Ley Orgánica de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes
Publicado en Diario PANORAMA
Visitante
sábado, 17 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Poco ha cambiado la historia del pueblo wayuu desde que empezó el proyecto colonizador Cada 9 de agosto y desde 1994 se celebra el día i...
-
Sedimentación de la laguna de Sinamaica amenaza supervivencia del pueblo añú Según habitantes, los niveles de sedimentación se elevan ca...
-
La explotación silenciosa de la mujer artesana wayuu Las mochilas wayuu son muy procuradas en Europa y Estados Unidos, alcanzando u...
-
Festival de la Cultura Wayuu conmemora 30 años de fundación El festival étnico más impórtate de Colombia, prepara para este 10 y 1...
No hay comentarios:
Publicar un comentario