Indígenas colombianos y su evolución organizacional, un blindaje para la supervivencia
Todo comenzó durante la colonia, España impuso los cabildos como mecanismos de sometimiento, pero los grupos étnicos lo reinventaron para la defensa de sus territorios.
Leonel López
Como mecanismos para fortalecer sus luchas, reivindicaciones sociales, derechos propios, defensa de su territorio o el rescate de la cultura, los pueblos indígenas colombianos vienen ejercitándose desde hace varios siglos en diferentes mecanismos de asociación como ocurre con los cabildos que fueron aparatos de control impuestos por los españoles, hasta los concejos regionales establecidos a partir de la constitución de 1991 de la nación neogranadina para organizar a las comunidades en territorios indígenas.
Para la población aborigen de Colombia, hablar de organización no es nada nuevo. Los primeros pasos dentro de la experiencia organizacional ocurren durante la época de la colonia cuando las comunidades indígenas comienzan a asociarse en cabildos, como consecuencia de una imposición de la corona española, como lo refiere una publicación titulada “Paz y Resistencia: experiencias indígenas desde la autonomía”, de Mauricio Caviedes.
“Durante el período colonial, los cabildos con los cuales se asocian hoy los pueblos indígenas, fueron el resultado de un proceso de organización política- de la corona- ya que en el momento de la llegada de los cronistas de colonia, los grupos aborígenes no constituían una unidad política, sino que se trataban de cacicazgos dispersos por todo el territorio”, se observa.
Más adelante, para el año 1771 los caciques paeces Juan Tama de la Estrella y Manuel de Quilo y Ciclos consiguieron que el rey Felipe II otorgara títulos a los primeros resguardos, que luego serán reconocidos por el libertador Simón Bolívar, quien por decreto presidencial con fecha de 20 de mayo de 1820, dispuso la devolución de los resguardos a los indígenas.
Reinvención de los cabildos
Por otra parte, resalta el autor de “Paz y Resistencia: experiencias indígenas desde la autonomía”, que el tema de los cabildos se convirtió en centro de debates antropológicos durante décadas pues tratándose de un mecanismo de control impuesto por el imperio español, “resulta al menos curioso que hoy los indígenas lo consideren una forma propia de organización”.
No obstante, los cabildos fueron caballos de troya con los que se blindaron los pueblos aborígenes ante los españoles en defensa de sus territorios. La estrategia fundamental para ello-según sugiere el citado texto- fue la unificación de los cacicazgos en una unidad política. “Como resultado los pueblos indígenas dejaron de ser un grupo de cacicazgos dispersos y desarticulados, para consolidarse en una organización política. A partir de este poder centralizado, logran negociar con el gobierno colonial el reconocimiento de los resguardos bajo la figura de un cabildo (creado por los españoles), alcanzando autonomía política y la conservación la tradición cultural. De esa manera, quedó demostrada la capacidad aborigen de utilizar una figura administrativa impuesta por el imperio español, y ser adaptada a las formas de tradicionales de organización indígena”.
Quintín Lame organiza la resistencia
Seguidamente, un artículo publicado por el pensador-activista social uruguayo Raúl Zibechi, titulado “Colombia: los nietos de Quintín Lame”, resalta que principios del siglo XX el cacique Manuel Quintín Lame impulsó una gran rebelión indígena en Colombia llamada la Quintiada como reacción desesperada de las comunidades paeces ante la irrupción capitalista que deforestó los bosques, introdujo la ganadería y el café e impuso el trabajo forzado. “La rebelión de Quintín Lame, proclamado ‘gran cacique de todos los indios’, proponía la recuperación de los cabildos (comunidades), de las tierras y el fin del "terraje", renta pagada por el campesino al hacendado”.
Ya en los años 50’ los nasa wehs -conocidos también como indígenas paeces- hablaban de la importancia de la organización en cabildos para exigir al gobierno a partir de sus necesidades, según menciona una autobiografía del líder paece Juan Gregorio Palechor, redactado por la investigadora Myriam Jimeno. Según el libro “Juan Gregorio Bachelor, la historia de mi vida”, menciona que para el año 1955 ya se conocía de la conformación de un cabildo al sur del Tolima.
Las organizaciones indígenas definen su lucha
Precisamente para aquélla época cuando inician los conflictos en Colombia, es que las comunidades y organizaciones indígenas comienzan a ajustar su lucha, enmarcada para entonces en la reivindicación de sus derechos territoriales, a otro nivel, el de la resistencia frente a las acciones violentas de la guerra. Como lo explica el autor Ricardo Sánchez en su estudio “Violencia en Colombia”, a pesar de que la iniciativa indígena no se haga explicita antes de la década de 1990, “no quiere decir que los pueblos indígenas no fuesen victimas mucho antes, de la violencia y la guerra”. “Ciertamente existe una relación entre la reivindicación del derecho al territorio, entre los pueblos indígenas de Colombia, y la persecución que sobre estos ejercieron diferentes actores armados, contraestatales y paraestatales”, argumenta.
Para el investigador, es en este contexto cuando las organizaciones indígenas “transitan sus movimientos sociales hacia una postura más definida como lo es la defensa de los derechos humanos como instrumento de posicionamiento ante el recrudecimiento del conflicto armado”.
Y así nació el CRIC
El 24 de febrero de 1971, en Toribío, siete Cabildos e igual número de resguardos indígenas crean el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) nombrando el primer Comité Ejecutivo, pero no pudo funcionar debido a la represión de los terratenientes y la poca organización en la época, reseña el sitio web de la organización.
El CRIC fue fruto de la resistencia de las comunidades paeces al hostigamiento y encarcelamiento de dirigentes campesinos y en defensa ante los asesinatos estimulados por los ganaderos. “El día 24 de Febrero de 1971, en el resguardo indígena de Toribío y luego el 6 de septiembre del mismo año en La Susana, resguardo Indígena de Tacueyó, municipio de Toribío, Departamento de Cauca, Colombia, después de 160 años de sometimiento, desconocimiento y negación de derechos de los pueblos indígenas por parte de la naciente república de Colombia”, indica el portal.
El Consejo Regional Indígena del Cauca es la organización que agrupa a más del 90% de las comunidades indígenas del departamento del Cauca.
En la actualidad representa 115 Cabildos y 11 Asociaciones de Cabildos que están divididos en 9 zonas estratégicas donde existen 84 resguardos de 8 pueblos indígenas del Cauca: nasa – paéz, guambiano yanaconas, coconucos, epiraras (siapiraras, emberas), totoroes, inganos y guanacos.
“Se le reconoce como Autoridad Tradicional de los pueblos indígena del Cauca, es una entidad pública de carácter especial y en la actualidad lidera negociaciones con el Estado, producto de un sinnúmero de compromisos que la nación colombiana tiene con los grupos indígenas de esta parte del país”, detalla la fuente virtual.
AICO, recuperar la tierra es recuperarlo todo
Otra organización con una interesante trayectoria y cuyo objetivo de lucha es la recuperación de sus territorios es Autoridades indígenas de Colombia (AICO), cuyo inicio se remonta a los años 70’. Albeniz Tique, secretaria general de la AICO, en entrevista para WAYUUNAIKI, apunta en comentar que en el Cauca, entre el pueblo Misak –según ella mal llamado Guambiano- y el pueblo Nasa, se venía ya dando, un proceso interno de recuperación del territorio, debido a la problemática de terraje que allí se daba. “Esto unió a las Autoridades Indígenas de estos dos Pueblos, para empezar a caminar desde la vivencia la recuperación del territorio”.
Explica la representante de AICO que desde esa vivencia trazaron como tarea el concepto vivo el cual se enuncia así: “RECUPERAR EL TERRITORIO PARA RECUPERARLO TODO”. “En noviembre 9 de 1982 en la antigua hacienda las Mercedes, en territorio Misak, departamento del Cauca, se da el tercer encuentro de Autoridades Indígenas del Sur Occidente, allí se habla sobre la ‘Autoridad Indígena’, y la relación con los diferentes sectores populares del pueblo Colombiano, y se empieza a plantear la Reconstrucción Social, Económica y Ambiental que hasta hoy es uno de los puntos centrales de nuestra razón de ser organizativamente”, resalta Tique
Refiere que a pesar de las dificultades que han tenido, forma parte de un selecto grupo de organizaciones nacionales en Colombia que en la actualidad están delegados en diferentes espacios de trabajo nacional, entre ellos, la construcción del AUTO 004 de la Honorable Corte Constitucional. “Los Pueblos indígenas estamos en peligro de extinción física y culturalmente como lo enuncia la Corte Constitucional en el AUTO 004 DE 2009, en la actualidad estamos en la recta final de entregar el documento borrador desde la comisión indígena que lleva trabajando en ello hace más de 10 meses”, acotó.
Algunos de los pueblos indígenas ligados a la AICO son camentsa, putumayos, ingas, misak, emberas, natagaima, coyaimas, zenu, entre otros, e interactúan con comunidades de la Amazonia en espacios de decisión.
ONIC, la cúspide organizacional
El proceso organizativo de los pueblos indígenas colombianos logra concertarse finalmente en un ambicioso proyecto que empezó a germinar a principios de la década de los ochenta, con la creación de la organización nacional indígena de Colombia (ONIC). Tal como lo explica la organización en su página web, la ONIC, “como proyecto político de carácter nacional, constituye hasta el momento la primera y única apuesta concertada y propia de los pueblos indígenas de Colombia, para la defensa y protección de sus derechos especiales, colectivos y culturales, desde la unidad de acción organizativa y programática”.
El Primer Congreso Indígena Nacional que institucionalizó la Organización Nacional indígena de Colombia, fue celebrado en la Localidad de Bosa (Bogotá) en febrero de 1982, y estuvo conformado por representantes del 90% de los pueblos indígenas colombianos y contó con la presencia de 12 delegaciones indígenas internacionales.
“Por primera vez en la historia nacional, dos mil quinientos delegados de los diferentes pueblos indígenas del país, se reunían para conversar sobre su pasado, presente y futuro; además para proponerle al Estado colombiano estrategias para la protección de la integralidad de sus identidades étnicas”, destaca en su historia la organización.
No obstante, toda la evolución que ha experimentado la comunidad indígena colombiana no ha sido suficiente ante las adversidades que enfrentan en sus territorios. Como lo relataría Luis Evelis Andrade, presidente de la ONIC en una entrevista, “Los pueblos indígenas, como otros sectores, son víctimas del narcotráfico, de la guerrilla, de los paramilitares, del mismo estado”. “Tenemos un problema muy serio porque el gobierno no quiere garantizar los pedidos de consulta, las consultas las están entregando las mismas empresas mineras, que se convierten en juez y parte, están desconociendo las organizaciones y se viola la constitución”, pronunció enfáticamente.
“Los megaproyectos en territorios indígenas son una grave amenaza, casi más que la guerra misma, porque nosotros frente a la guerra nos defendemos ejerciendo nuestra proposición y autonomía, pero los megaproyectos ya arrasan con todo porque se amparan en lo legal, una legalidad aparente, pero en el fondo están destruyendo la esperanza de nuestros pueblos, nuestros habitats, nuestro tejido social, eso pasa en Colombia”, sentencia Andrade.